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RABINDRANATH TAGORE
BIOGRAFIA
(1861 - 1941 ) 

        Nacido en 1861 en Calcuta, en el seno de una familia de brahmanes, la vida de Rabindranath Tagore estuvo marcada por un profundo amor a la Naturaleza y por la lucha pacifista, truncada ante sus ojos por dos Guerras Mundiales, y por los conflictos internos que agitaron su país.

        Poco inclinado al estudio desde su infancia, a Tagore se le reprochó en vida durante largo tiempo su carencia de estudios primarios. Ante su reticencia a permanecer en la escuela, su padre confiará su educación al tercero de sus catorce hermanos. A los 17 años de edad, fue enviado a Londres por su padre con el propósito de estudiar Derecho, idea que el joven pronto desecharía.

       El camino de Tagore era la escritura, a la que se consagró desde muy temprana edad, produciendo cantidades ingentes de poemas, relatos, ensayos y reseñas, que habrían de ser publicadas en numerosas revistas fundadas por sus hermanos y amigos.

      El Premio Nobel de Literatura en 1913 le confiere fama mundial. Viaja incansablemente por medio mundo. Pero su mayor ambición quedó tan sólo en un proyecto. Su doctrina de la ahimsa, o no violencia, que más tarde inspiraría la emancipación hindú, le grangeó más enemigos que partidarios. Su protesta contra el colonialismo británico le llevaría a renunciar al título de sir que antes se le hubiera otorgado.

      Funda la Universidad Internacional (Visva-Bharati), mediante la cual pretende inculcar su doctrina pacifista y humanista, basada en la fusión de las diferentes culturas y tradiciones de Asia.

     Su amor por la paz y la justicia le vino heredado de su abuelo, que participó en las campañas contra las castas, los matrimonios entre niños y la esclavitud femenina. Su padre continuaría luchando por la modernización del país, denunciando la situación de las clases más desfavorecidas.

     Su apoyo a Ghandi y sus continuos viajes por el mundo como embajador de la paz y de la cultura de su país le hicieron merecedor del apelativo de "Emperador sin Corona de la India".

     El 7 de agosto de 1941 moría en Calcuta un hombre cuyos restos mortales fueron consumidos por el fuego. El fuego no hubiera podido consumir nunca, sin embargo, la herencia que ese hombre dejaba a la humanidad; una herencia de palabras, música, poesía; una herencia de ideas e ideales que tienen el poder de conmovernos por siempre. Porque su mensaje no podrá perderse nunca.

Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.

SI ME ESTÁ NEGADO EL AMOR

Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
 por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
 Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
 la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas?
 ¿Y por qué este necio corazón continúa,
 esperanzado y loco, acechando el mar infinito?

AFORISMOS

Como las gaviotas y las olas nos encontramos y nos unimos.
 Se van las gaviotas volando, se van rodando las olas; y nosotros también nos vamos.
 Si de noche lloras por el sol, no veras las estrellas.
 La luz del sol me saluda sonriendo.
 La lluvia, su hermana triste, me habla en el corazón.
 Si echo mi misma sombra en mi camino, es porque hay una lámpara en mí que no ha sido encendida. Tu sol sonríe en los días de invierno de mi corazón, y no duda jamás de las flores de su primavera. Cuando el día cae, la noche lo besa y le dice al oído:
'Soy tu madre la muerte, y te he de dar nueva vida'.
 El misterio de la vida es tan grande como la sombra en la noche.
 La ilusión de la sabiduría es como la niebla del amanecer.
 Leemos mal el mundo, y decimos luego que nos engaña.

TRÁNSITO

Sé que esta vida, aunque no madure el amor,
no está perdida del todo.
Sé que las flores que se mustian al amanecer,
las corrientes que se extraviaron en el desierto,
no están perdidas del todo.
Sé que cuanto se regaza en esta vida, cargado
de lentitud, no está perdido del todo.
Sé que mis sueños no realizados, mis melodías
sin cantar, están cogidos a una cuerda tuya del laúd;
que no están perdidos del todo.

EL JARDINERO

Mi corazón, pájaro del desierto, 
ha encontrado su cielo en tus ojos,
¡ en tus ojos, cuna de la aurora,
imperio de las estrellas,
cuya profundidad se lleva mis canciones!
¡ Deja sólo que me abisme en ese cielo,
en esa solitaria inmensidad!
¡ Deja sólo que me entre por tus nubes,
que se abran mis alas en tu sol!

........

Cuando vengo a despedirme, una sonrisa incrédula cruza tus ojos.
 Me he despedido tantas veces, que siempre crees que he de volver;
 y a decir verdad, yo también lo creo... 
Porque los días de primavera siempre vuelven;
 y la luna llena se despide y vuelve; y así lo hacen las flores a las ramas...
 Si yo te digo adiós, ¿por qué no he de volver también?

  Pero conserva por un momento la ilusión; ¡no la espantes con tanta rudeza!
 Cuando te digo que me voy para siempre, créeme;
 y que un velo de lágrimas ahonde tus ojos un instante.
 Luego, cuando vuelva, ¡ríete de mí cuanto quieras!

  Te diría las palabras más hondas que te tengo que decir;
 pero no me atrevo, temo a tus risas.
 Por eso me río de mí mismo y bromeo con mi secreto.
 Sí, me estoy burlando de mi dolor, para que no te burles de mí.

.........

Sonreíd, amigos, si queréis, porque persigo al ciervo dorado;
 pero yo seguiré y seguiré detrás de ésta visión que me escapa.

A través de montes y valles, por tierras sin nombre,
 correré y correré detrás del ciervo dorado.

¡Venid vosotros en buena hora, al mercado, y volved cargados a vuestros hogares!
 A mí, no sé ni cuando, me ha cogido el hechizo de los vientos sin guarida.

Cuanto tenía lo dejé caer en mi carrera. ¡Sólo me queda mi corazón libre!

¡Y montes y valles, y tierras y tierras sin nombre, huyen de mí,
 que persigo sin fin al ciervo dorado!

LA LUNA NUEVA

¡ Cómo discuten y cómo gritan!
¡ Cómo dudan y se desesperan!
¡ Nunca se acaba su pelear!
Que tu vida se ponga entre ellos, inalterable y pura
como una lengua de luz, hijo mío,
y les imponga silencio con su hermosura.
¡Qué crueles los hace la codicia y la envidia! Como
ocultos cuchillos sedientos de sangre son sus palabras.
Ponte tú entre sus corazones airados, hijo mío, y que
tus ojos huecos caigan sobre ellos como cae la indulgente
paz del anochecer sobre la contienda del día.
Déjales que miren tu cara, hijo mío,
y que así comprendan el sentido de todas las cosas.
Que te amen, y así se amen unos a otros.
Ven tú a ocupar tu sitio al seno de lo eterno, hijo mío.
Abre y levanta tu corazón al salir el sol, como una flor nueva.
Y cuando el sol se ponga, inclina tu frente y acaba
en silencio la oración de la tarde.

SERVIR

Dormía,
y soñaba
que la vida
era alegría.

Desperté,
y vi
que la vida
era servicio.

Serví,
y vi
que el servicio
era alegría.

DESEO

Deseo decirte las palabras más profundas, pero no me atrevo, pues temo tu burla.
 Por ello me río de mi mismo y transformo en bromas mi secreto.
 Me burlo de mi dolor, para que no te burles tú.
Deseo decirte las palabras más sinceras, pero no me atrevo, pues temo que no me creas.
 Por ello las disfrazo de mentiras y digo lo contrario de lo que pienso.
 Me esfuerzo en que mi dolor parezca absurdo para que no te lo parezca a ti. 
Deseo decirte las palabras más valiosas, pero no me atrevo, pues temo no ser correspondido.
 Por ello te nombro duramente y me enorgullezco de mi insensibilidad. 
Deseo sentarme silenciosamente a tu lado, pero no me atrevo,
 pues temo que mis labios traicionen mi corazón.
 Por ello hablo disparatadamente, escondiendo mi corazón tras mis palabras.
 Trato a mi pena con dureza, para que no lo hagas tú. 
Deseo alejarme de ti, pero no me atrevo, pues temo que descubras mi cobardía.
 Por ello levanto la cabeza y me acerco a ti con aire indiferente.
 La constante provocación de nuestras miradas remueve mi dolor sin piedad. 
 

EL MANANTIAL

¿Sabe alguien de dónde viene el sueño que anda revoloteando por los ojos del niño? Sí. Dicen que vive en la aldea de las hadas; que por la sombra de una floresta, vagamente alumbrada de luciérnagas, cuelgan capullos de encanto, de donde viene el sueño a besar los ojos del niño.

¿Sabe alguien en dónde nació la sonrisa que está aleteando por los labios del niño dormido? Sí. Cuentan que en el sueño de una mañana de otoño, limpia de rocío, el pálido rayo joven de la luna nueva, dorando el borde de una nube que se iba, hizo nacer la sonrisa que aletea por los labios del niño dormido.

¿Sabe alguien en dónde estuvo escondida tanto tiempo la dulce y suave frescura que florece en las carnecillas del niño? Sí. Cuando su madre era niña, empapaba su corazón de un tierno y callado misterio de amor, suave y dulce frescura que ha florecido en las carnecillas del niño.

EL NIÑO ES ASÍ

Si el niño quisiera, podría volar ahora mismito al cielo. Pero por algo no se va. ¡Le gusta tanto echar la cabeza en el pecho de su madre y mirarla y mirarla sin descanso!

El niño sabe una infinidad de palabras maravillosas, aunque son tan pocos los que en este mundo entienden lo que él dice. Pero por algo no quiere hablar. Lo único que quiere es aprender las palabras de su madre. ¡Así pone ese aire tan inocente!

El niño tenía un montón de oro y perlas y se vino a esta vida como un pobrecito. Pero por algo vino así. ¡El sabe la alegría inmensa que cabe en el rinconcito del corazón de su madre, y cuánto más dulce que la libertad es ser cogido y apretado entre sus brazos queridos!

El niño vivía en el mundo de la dicha perfecta y no sabía llorar. Pero por algo eligió las lágrimas. Porque si con su sonrisa se ganaba el corazón ansioso de su madre, sus llantitos por cualquier penita le atan un doble lazo de lástima y de amor.

EL MUNDO DEL NIÑO

¡Si yo pudiera encontrar un rinconcito tranquilo en el mismo corazón del mundo de mi niño! Sé que en él tiene estrellas que le hablan y un cielo que baja hasta su cara para divertirlo con sus nubes tontas y sus bobos arcoiris. En él todos esos que parecen que nunca dicen nada y que nunca se mueven, se deslizan hasta su ventana y le cuentan cuentos y le ofrecen bateas cargadas de juguetes de ricos colores.

¡Si yo pudiera andar ese camino que cruza el pensamiento de mi niño, salirme de todas sus lindes, ir hasta donde los mensajeros desconocidos que traen y llevan mensajes sin razón por reinos de reyes sin historia; hasta donde la razón hace barriletes con sus leyes y los echa al aire; donde quita a las acciones sus cadenas la verdad!

JUGUETES

¡Qué feliz eres, chiquillo, tirado ahí en el polvo, jugando hora tras hora con ese palito! No puedo menos de reírme viéndote jugar y jugar toda la mañana con ese pedacillo de palo. Yo sumo y sumo, hora tras hora también, preocupado con mis cuentas. Y quizá tú, mirándome, piensas: "¡Vaya un juego tonto! ¡Qué ganas de perder la mañana!"

¡Ay, chiquillo! ¡Yo he olvidado ya el arte de distraerme con los palitos y con tortas de barro! ¡No quiero más que juguetes caros, reunir pedazos de oro y plata! Tú, con cualquier cosilla que te encuentras juegas contento. Yo malgasto tiempo y fuerzas en cosas que nunca podré tener. Pretendo atravesar el mar de la ambición con mi frágil barquilla, ¡y me olvido de que yo también estoy jugando!

BARCOS DE PAPEL

Todos los días echo mis barquitos de papel, uno tras otro, corriente abajo. Llevan pintado con grandes letras negras mi nombre y el nombre de mi pueblo. Si en la playa desconocida adonde lleguen: alguien los encuentra sabrá quién soy yo... Mis barquitos van cargados con flores de siuli del jardín de mi casa; y estoy seguro que estos capullos cogidos al alba llegarán con bien a tierra por la noche.

Echo mis barquitos de papel en la corriente y cuando levanto los ojos al cielo, veo las nubes, que vagan, llenas de viento sus velas blancas... Yo no sé qué amigo mío del cielo las echa aire abajo para que corran con mis barcos... Anocheciendo, escondo mi cara entre mis manos y sueño que mis barcos de papel bogan y bogan más lejos cada vez bajo las estrellas de la medianoche. Las hadas del sueño los rigen, cargados con sus cestos de ensueños.

MIMOS

Si en vez de ser tu niño, madre mía, fuese yo sólo un perrillo, ¿me dirías tú "que no" si quisiera comer en tu plato? Di, ¿me echarías tú de tu lado diciéndome: "¡Vete de una vez, perrillo del demonio!"? ¿Sí? ¡Pues vete tú, madre, vete! ¡Ya no vendré más cuando me llames ni te dejaré que me des de comer!

Si fuera yo sólo un lorito verde en vez de ser tu niño, madre mía, di, ¿me tendrías atado para que no me fuese volando? ¿Me reñirías con el dedo tieso, diciéndome: "¡Qué maldito pájaro desagradecido! ¡Todo el día y toda la noche picando su cadena!"? ¿Sí? Pues vete tú, madre, vete tú. ¡Yo me escaparé volando al campo y no te dejaré ya más tenerme entre tus brazos!

EL CARTERO MALO

Madre, di, ¿por qué estás llorando y tan triste, sentada ahí en el suelo? ¿No ves que la lluvia entra por la ventana y que te estás mojando?

Oye, el gongo está dando las cuatro y mi hermana tiene ya que volver del colegio. ¿Qué te pasa, di, madre; por qué estás tan rara? ¿Es que no has tenido hoy carta de papá?

A todo el pueblo le trajo hoy carta el cartero, yo lo he visto. Sólo las cartas de papá se las guarda en un saco para leérselas él. ¡Madre, estoy seguro de que el cartero es muy malo!

...Pero no estés tú triste por eso, madre. Mira mañana es la feria del pueblo de ahí junto. Que vaya la criada y compre plumas y papel. Yo mismo te voy a escribir todas las cartas de papá. Y ya verás cómo no encuentras ni una falta.

Te escribiré derechito desde la A hasta la K... ¿Por qué te estás riendo, madre? ¿Tú crees que yo no sé escribir tan bien como papá? Ya verás, yo rayaré el papel con una regla y pondré mucho cuidado, y haré bien grandes las letras.

Y cuando concluya, ¿piensas que voy a ser tan tonto como papá, que echa la carta en el saco de ese cartero feo? ¡Te la traeré yo mismo al momento y te ayudaré a deletrearla! ¡Ya sé yo que al cartero no le gusta darte las cartas más buenas!

MI CANCIÓN

Mi canción te envolverá con su música, hijo mío, como los brazos entrañables del amor. Te tocará la frente como un beso de bendiciones. Cuando tú estés solo, se sentará a tu lado y te hablará al oído; cuando estés entre la gente te cercará para aislarte de ella.

Mi canción será como unas alas para tu sueño y se llevará tu corazón hasta el fin de lo ignorado. Cuando la noche negra se eche en tu camino, mi canción será sobre tu frente como la estrella fiel. Se sentará en las niñas de tus ojos y guiará tu mirar hasta el alma de las cosas.

Cuando mi voz se calle con la muerte, mi canción te seguirá hablando en tu corazón vivo.

REGALO DE AMANTE

3
Los frutos vienen en tropeles a mi vergel, empujándose unos a otros 
y surgen a la claridad, un una angustia de plenitud.
Entra tú, altiva, en mi vergel, reina mía; siéntate en su sombra, arranca los frutos maduros de sus cabos y que rindan, hasta no poder más, a tus labios, su carga de dulzura.
En mi vergel, las mariposas revuelan en el sol, tiemblan las hojas,
 los frutos clamorean ansiosos de perfección.

4
Ella está cerca de mi corazón, como la flor de un prado lo está de la tierra; me es dulce, como el sueño a los cansados miembros. El amor que le tengo es mi vida fluyendo plena, como corre el río en las crecidas del otoño, en sereno abandono. Mis canciones son unas con mi amor, como es uno el murmullo de un río que canta con todas sus ondas y corrientes.

6
En la luz de este día vano de primavera, canta, poeta mío, de aquellos que pasan sin detenerse, que huyen riendo sin mirar atrás, que florecen en una hora de deleite sin sentido,
 y se mustian al instante, sin pensar.
No te sientes, callado, a decir el rosario de tus lágrimas y sonrisas que pasaron; no te detengas a coger las hojas caídas de las flores de ayer noche; no corras tras las cosas que te burlan, por conocer el sentido de lo oscuro. Deja los huecos de tu vida donde están, 
para que la música surja de tus profundidades.

13
Anoche, en el jardín, te ofrecí el vino espumeante de mi juventud. Tú te llevaste la copa a los labios, cerraste los ojos y sonreíste; y mientras, yo alcé tu velo, solté tus trenzas y traje sobre mi pecho tu cara dulcemente silenciosa; anoche, cuando el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir. Hoy, en la calma, refrescada de rocío, del alba, tú vas camino del templo de Dios,
 bañada y vestida de blanco, con un cesto de flores en la mano.
Yo, a la sombra del árbol, aparto inclinando la cabeza; en la calma del alba,
 junto al camino solitario del templo.

OFRENDA LÍRICA

1
Fue tu voluntad hacerme infinito. Este frágil vaso mío tú lo derramas una
 y otra vez y lo vuelves a llenar con tu nueva vida.
Tú has llevado por valles y colinas esta flautilla de caña y has
 silbado en ella melodías eternamente nuevas.
Al contacto inmortal de tus manos, mi corazoncillo se dilata
 sin fin en la alegría y da vida a la expresión inefable.
Tu dádiva infinita sólo puedo cogerla con estas pobres manitas mías.
 Y pasan los siglos y tú sigues derramando y siempre hay en ellas sitio que llenar.

2
Cuando tú me mandas que cante, mi corazón parece que se va a romper de orgullo. 
Te miro y me echo a llorar.
Todo lo duro y agrio de mi vida se me derrite en no sé qué dulce melodía y mi adoración tiende sus alas, alegre como un pájaro que va pasando la mar.
Sé que tú te complaces en mi canto, que sólo vengo a ti como cantor. Y con el fleco del ala inmensamente abierta de mi canto, toco tus pies, que nunca pude creer que alcanzaría.
Y canto y el canto me emborracha y olvido quién soy, y te llamo amigo, a ti que eres mi señor.

4
Quiero tener mi cuerpo siempre puro, vida de mi vida, que has dejado tu huella viva sobre mí.
Siempre voy a tener mi pensamiento libre de falsía, pues tú eres la verdad que ha encendido la luz de la razón en mi frente. Voy a guardar mi corazón de todo mal y a tener siempre mi amor en flor, pues que tú estás sentado en el sagrario más íntimo de mi alma.
Y será mi afán revelarte en mis acciones, pues que sé que tú eres la raíz que fortalece mi trabajo.

7
Mi canción, sin el orgullo de su traje, se ha quitado sus galas para ti. Porque ellas estorbarían nuestra unión y su campanilleo ahogaría nuestros suspiros.
Mi vanidad de poeta muere de vergüenza ante ti, Señor, poeta mío. Aquí me tienes sentado a tus pies. Déjame sólo hacer recta mi vida sencilla, como una flauta de caña, para que tú la llenes de música.

13
La canción que yo vine a cantar no ha sido aún cantada.
Mis días se me han ido afinando las cuerdas de mi arpa; pero no he hallado el tono justo y las palabras no venían bien. ¡Sólo la agonía del afán en mi corazón!
Aún no ha abierto la flor, sólo suspira el viento.
No he visto su cara ni he oído su voz; sólo oí sus pasos blandos, desde mi casa, por el camino.
Todo el día interminable de mi vida me lo he pasado tendiendo en el suelo mi estera para él; pero no encendí la lámpara y no puedo decirle que entre.
Vivo con la esperanza de encontrarlo; pero ¿cuándo le encontraré?

15
Estoy aquí para cantarte. Mi rinconcito está en este salón tuyo. Nada tengo que hacer en este mundo tuyo; mi vida inútil no sabe más que saltar en melodías sin razón.
Cuando en el oscuro templo de la medianoche dé la hora del adorarte en silencio, ¡mándame que te venga a cantar, maestro mío! Cuando el arpa de oro esté afinada en el aire matutino,
 ¡hónrame tú ordenando mi presencia!

16
Fui invitado a la fiesta de este mundo y así mi vida fue bendita.
 Mis ojos han visto y oyeron mis oídos.
Mi parte en la fiesta fue tocar este instrumento; y he hecho lo que pude.
Y ahora te pregunto: ¿no es tiempo todavía de que yo pueda entrar 
y ver tu cara y ofrecerte mi saludo silencioso?

19
Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio y lo tendré conmigo. Y esperaré, quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi cabeza.
Vendrá sin duda la mañana. Se desvanecerá la sombra y tu voz se derramará por todo el cielo, en arroyos de oro. Y tus palabras volarán, cantando, de cada uno de mis nidos de pájaros y tus melodías estallarán en flores, por todas mis profusas enramadas.

21
¿Cuándo echaré mi barca en la mar? Las horas lánguidas se me pasan en la orilla, ¡ay!
La primavera acabó de florecer y se ha ido. Y cargado de vanas flores marchitas, espero y tardo.
Se han puesto las olas clamorosas y en la vereda en sombra de la orilla,
 las hojas amarillas aletean y caen.
¿Qué miras, di, en el vacío? ¿No sientes estremecerse el aire de una canción lejana que viene, flotando, de la otra orilla?

26
Vino y se sentó a mi lado; pero yo no desperté. ¡Maldito sueño aquel, ay!
Vino en la noche tranquila. Traía el arpa en sus manos, y mis sueños resonaron con sus melodías.
¡Ay!, ¿por qué se van así mis noches? 
¿Por qué no le veo nunca cuando su aliento está rozando mi sueño?

34
Que sólo quede de mí, Señor, aquel poquito con que pueda llamarte mi todo.
Que sólo quede de mi voluntad aquel poquito con que pueda sentirte en todas partes, volver a Ti en cada cosa, ofrecerte mi amor en cada instante.
Que sólo quede de mí aquel poquito con que nunca pueda esconderte.
 Que sólo quede de mis cadenas aquel poquito que me sujete a tu deseo, 
aquel poquito con que llevo a cabo tu propósito en mi vida: la cadena de tu amor.

36
Mi oración, Dios mío, es esta:
Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares.
 Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre ni doblar mi rodilla al poder del insolente.
Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana.
 Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza, enamorado, a tu voluntad.

43
Fue un día en que yo no te esperaba. Y entraste, sin que yo te lo pidiera, en mi corazón, como un desconocido cualquiera, Rey mío; y pusiste tu sello de eternidad en los instantes fugaces de mi vida. Y hoy los encuentro por azar, desparramados en el polvo, con tu sello, 
entre el recuerdo de las alegrías y los pesares de mis anónimos días olvidados.
Tú no desdeñaste mis juegos de niño por el suelo; y los pasos que escuché en mi cuarto de juguetes con los mismos que resuenan ahora de estrella en estrella.

57
¡Luz, luz mía, luz que llenas el mundo, luz que besas los ojos que hace dulce el corazón!
¡Ay, cómo salta la luz, amor mío, en medio de mi vida! 
¡Cómo hiere, amor mío, las cuerdas de mi amor!
El cielo se abre y corre loco el viento y la risa se desboca por toda la tierra.

Las mariposas tienden sus velas por el mar de luz y sobre
 la cresta de las olas de luz, abren lirios y jazmines.
La luz se derrite en oro en cada nube, amor mío y luego se derrama en pedrerías sin fin.
Un alborozo nuevo va de hoja en hoja, amor mío, un gozo sin límites. ¡El río del cielo ha roto sus riberas y todo brilla, inmensamente inundando de alegría!

59
Sí, ya sé, amado de mi corazón, que todo esto, esta luz de oro que salta por las hojas, estas nubes ociosas que navegan por el cielo, esta brisa pasajera que me va refrescando la frente;
 ya sé que todo esto no es más que tu amor.
Esta luz de la mañana, que me inunda los ojos, no es sino tu mensaje a mi alma. Tu rostro se inclina a mí desde su cenit, tus ojos miran abajo y tus pies están sobre mi corazón.

81
¡Cuántos días ociosos he sentido pena por el tiempo perdido! Pero ¿ha sido perdido alguna vez, Señor? ¿No has tenido Tú mi vida, cada instante en tus manos?
Escondido en el corazón de las cosas, Tú nutres las semillas
 y las tornas en brotes y los capullos en flores y las flores en frutos.
Estaba yo dormitando, rendido, en mi lecho ocioso y pensaba que no hacía cosa alguna. Cuando desperté, en la mañana, vi mi jardín lleno de flores maravillosas.

90
¿Qué ofrecerás a la muerte el día que llame a tu puerta? -Le tenderé el cáliz de mi vida, lleno del dulce mosto de mis días de otoño y de mis noches de verano.
¡No se irá con las manos vacías! Todas las cosechas y todas las ganancias de mi afán, se las daré, el último día, cuando ella llame a mi puerta.

96
Cuando me vaya, sea esta mi palabra última: que lo que he visto no puede ser mejor.
Gusté la miel oculta de este loto que se abre en el océano de la luz, y así fui bendito. 
Sea esta mi última palabra.
He jugado en esta casa de juguetes de formas infinitas; y vislumbré, jugando, 
a aquel que no tiene forma.
Mi cuerpo entero ha vibrado al contacto de aquel que es intangible.
 Si aquí debe ser el fin, sea. Esta es mi última palabra.

100
Desciendo a las profundidades del mar de las formas, 
en busca de la perla perfecta de lo que no la tiene.
No más este navegar, de puerto en puerto, con mi barco viejo de naufragios.
 Ya se fueron los días en que era mi gozo ser juguete de las olas.
 Y ahora tengo ansia de morir en lo inmortal.
Llevaré el arpa de mi vida al tribunal que está junto
 al abismo sin fin de donde sube la música no tocada.
Y acordaré mi música con la música de lo eterno y cuando haya cantado su sollozo último, 
pondré mi arpa muda a los pies de lo callado.

101
Toda mi vida te busqué con mis canciones. Ellas me llevaron de puerta en puerta
 y con ellas tanteé a mi alrededor, buscando, buscando mi mundo.
Lo que he aprendido en mi vida, ellas me lo enseñaron; me abrieron sendas secretas, 
encendieron a mis ojos todas las estrellas que hay sobre el horizonte de mi corazón.
Mis canciones me guiaron, cada día, a los misterios del placer y del dolor. 
Y ahora, ¿a qué portal de qué palacio me han traído, en este anochecer en que acaba mi camino?

103
Permite, Dios mío, que mis sentidos se dilaten sin fin, en una salutación a Ti, 
y toquen este mundo a tus pies.
Como una nube baja de julio, cargada de chubascos,
 permite que mi entendimiento se postre a tu puerta, en una salutación a Ti.
Que todas mis canciones unan su acento diverso en una sola corriente, 
y se derramen en el mar del silencio, en una salutación a Ti.
Como una bandada de cigüeñas que vuelan, día y noche, nostálgicas de sus nidos de montaña, permite, Dios mío, que toda mi vida emprenda su vuelo a su hogar eterno, en una salutación a Ti.

CITAS Y FRASES CÉLEBRES

Agradezco no ser una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por ellas.

Aquél que se preocupa por hacer el bien no tiene tiempo de ser bueno.

Aunque le arranques sus pétalos, no quitarás su belleza a la flor.

¡Búscate, oh Belleza! En el amor, no en la adulación de tu espejo.

Convertid un árbol en leña y podrá arder para vosotros, pero ya no producirá flores ni frutos.

Cuando tu sonreías y me hablabas de cualquier cosa, yo sentía que este momento era el que tanto y tanto había esperado.

Dejadme creer que, entre todas las estrellas, hay una que guía mi vida a través de lo desconocido.

El agua es brillante en una vaso y oscura en el mar. La verdad pequeña tiene palabras claras, y la verdad grande tiene un gran silencio.

El eco busca su origen para probar que es él el original.

El hacha del leñador pidió al árbol su mango, y el árbol se lo dio.

El hombre entra en la multitud para ahogar el clamor de su propio silencio.

El hombre es peor que la bestia cuando la bestia domina al hombre.

El mejor no viene solo, viene con la compañía de todo.

El misterio de la creación es grande como la oscuridad de la noche y las ilusiones de sabiduría son como las nieblas de la madrugada.

El perfecto quiere embellecerse por el amor del imperfecto.

El tesoro de la castidad proviene de la abundancia del amor.

Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo.

Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad.

Ese que habla tanto está completamente hueco, ya sabes que el cántaro vacío es el que más suena.

“¡He perdido mi gotita de rocío!” dice la flor al cielo al amanecer que ha perdido todas sus estrellas.

La desdicha es grande pero el hombre es aún más grande que la desdicha.

La patria no es la tierra. Sin embargo, los hombres que la tierra nutre son la patria.

La poesía es el eco de la melodía del Universo en el corazón de los humanos.

La riqueza no se pega a aquellos a quienes el destino guarda su tesoro en la pobreza.

La verdad no está de parte de quien grite más.

La vida es la constante sorpresa de ver que existo.

Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.

Mantente a flote por todos los medios; pero si te es imposible, ten el valor de hundirte sin ruido.

No digas “es la mañana” y la dejes marchar con el nombre de ayer. Mírala por primera vez como un recién nacido que todavía no tiene nombre.

No hay cosa más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido.

No hay más que una historia: la historia del hombre. Todas las historias nacionales no son más que capítulos de la mayor.

No ofendas a tu amigo prestándole méritos de tu propia imaginación.

No pongas tu amor en un precipicio sólo porque sea alto.

No puedo escoger el mejor, el mejor me escoge a mi.

Os doy las gracias porque no soy una de las ruedas del poder, sino una de las criaturas que son aplastadas por él.

Que el amor puede siempre perderse es un hecho que no podemos aceptar como verdad.

Que mis pensamientos vengan a ti, cuando me habré marchado. Como el resplandor del sol puesto, en el margen del estrellado silencio.

Si cierras la puerta a tus errores, dejarás afuera la verdad.

Si yo perdiera mi fe en ti, me moriría. Yo sé, amor mío, que las nubes sólo duran un momento y que el sol es para todos los días.

Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia.

Una vez soñamos que éramos extraños y vimos al despertar que nos queríamos el uno al otro.