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GABRIEL CELAYA
BIOGRAFIA
(Hernani 1911-Madrid 1991) Poeta español, cuyo verdadero nombre era Rafael Múgica. Estudió ingeniería en Madrid, y en la Residencia de Estudiantes conoció a García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Guillén, Diego y otros, que determinaron su vocación literaria. Su primer volumen poético fue Marea de silencio (1934), y con el segundo, La soledad cerrada, obtuvo el premio Bécquer en 1936. En 1946 conoció a Amparitxu Gastón; ambos fundaron una colección de poesía, Norte, con el objetivo de dar a conocer la poesía europea y tender puentes hacia la España peregrina por encima de la poesía oficial.

En los años siguientes la obra lírica de Celaya, que firmaba por entonces con otro seudónimo, Juan de Leceta, se aproximó al compromiso social y al universo de lo cotidiano. En 1962 publicó Poesía, que recogía su abundante producción del período 1934-1961 (Tranquilamente hablando, 1947; Lo demás es silencio, 1952; Cantos iberos, 1955). Su compromiso político se incrementó una vez abandonada su profesión de ingeniero para instalarse, con Amparitxu, en Madrid, donde se hizo entonces abanderado de una poesía militante, radical, «un arma cargada de futuro». Más tarde sucedió a esa etapa otra más distanciada de la lucha política, en busca de nuevas formas experimentales.

La publicación de su obra poética prosiguió con Dos cantatas (1964), La linterna sorda (1964), Baladas y decires vascos (1965), Lo que faltaba (1967), Los espejos transparentes (1968), Lírica de cámara (1969), etc. Cultivó también la narrativa, con Lo uno y lo otro (1962) y Los buenos negocios (1965), y el ensayo (Exploración de la poesía, 1965). En 1970 se publicaron sus Obras completas, incrementadas posteriormente con nuevos volúmenes poéticos: Dirección prohibida (1973), Función de Uno, Equis, Ene (1973), Penúltimos poemas (1983), Cantos y mitos (1983), El mundo abierto (1986); y ensayos: Inquisición de la poesía (1972), Bécquer (1972), Los espacios de Chillida (1974), Poesía y verdad (1979). De 1980 data la obra autobiográfica Memorias inmemoriales.

A muchos de sus poemas les han puesto música cantautores como Paco Ibáñez.
Fue traductor de Rilke, William Blake, Rimbaud y Paul Eluard.
Murió en Madrid y sus cenizas fueron esparcidas en su Hernani natal .

LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

(De "Cantos iberos", 1955)

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades:

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: Poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: Lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos

EN EL FONDO DE LA NOCHE TIEMBLAN LAS AGUAS DE PLATA

(De "Marea de silencio", 1935)

En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
Con su nimbo de silencio
pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
pasan como quien suspira,
pasan entre los hielos transparentes y verdes.

Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
sobre los cuerpos blanquísimos del frío.

En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que solo se oye la luna.

Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
el momento en que por fin todo parece posible.
En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.

Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta.
La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.
Decidme lo que habéis visto.
En el fondo de la noche
hay un escalofrío de cuerpos ateridos.

ESPAÑA EN MARCHA

(De "Cantos iberos", 1955)

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

No vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

¡A la calle!, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

No reniego de mi origen,
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

No quiero justificarte
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

MOMENTOS FELICES

(De "De claro en claro", 1956)
 

Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,

y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente
--el pitillo en los labios, el alma disponible--
y les hablo a los niños o me voy  con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican de alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que siente?

Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así a la muerte,
¿no es felicidad lo que trasciende?

Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es felicidad lo que amanece?

Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?

Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?

     LOS ESPEJOS TRANSPARENTES

(De "Los espejos transparentes", 1967)
 

  • Uno dice lo que dice, mas no dice lo que piensa.
    Los espejos no reflejan: transparentan.
    Todo mira fascinante de frente, pero no existe.
    Todo vuelve por detrás y es lo real, invisible.
    En lo que veo, no veo; en lo que no veo, creo;
    en toda imagen apunta una múltiple presencia,
    palpitante intermitencia del corazón: confusión;
    y así me siento indeciso como un pobre hombre perdido,
    como tú que ¿quién eres?, como yo que ¿quién soy?

    Los espejos que me escupen hacia fuera, y hacia dentro
    me proponen transparencias de distancias y silencios,
    deben ser, quiero que sean, para mis obras ejemplo,
    con mucha luz hacia fuera, con más secreto hacia dentro.
    Juego al juego, sí, con trampa, como hay doblez en los versos.

    Así se cuentan las cosas que nos pasan cada día,
    y bien contadas parecen fascinantes y sin alma.
    Si se piensa, nada es lo que se ve en el espejo.
    La luz grande es un abismo y un estúpido misterio.

 

NIÑEZ SONÁMBULA

(De "Los espejos transparentes", 1967)
 

  • Era una casa grande, vacía, llena de ecos,
    con veinte ventanales abiertos hacia el mar.
    Y el mar sonaba triste contra el acantilado
    como el destino sueña y acaba por matar.
    Era una casa rara porque nada pasaba
    y siempre parecía que algo iba a pasar.
    Era una casa loca como aquella en que, niño,
    según ahora me explican, nunca llegué a vivir,
    pero que yo recorro, sabiendo los secretos
    de sus cien corredores y sus puertas ocultas,
    sus vueltas y revueltas, sus cámaras cargadas
    de perfumes pesados y de un pasado horror
    que todas las ventanas abiertas hacia un mar
    de luz y de aventura, y disponibilidad,
    no barren con su brisa, ni liberan del ¡ay!
    Era una casa antigua. Y triste sin razón.
    Allí viví de niño, y allí vivo de veras
    por mucho que me nieguen. Y así, ciego, atravieso
    los pasillos sin fin y las salas vacías,
    y esas puertas que empujo para abrir otras salas,
    todas ricas, lujosas, con sus tapicerías,
    relojes, porcelanas, cortinas y recuerdos.
    Todas eran iguales, repetidas, abiertas,
    la rosa y la morada, la del león de oro,
    la del abuelo Juan... ¿En qué se distinguían?
    Yo abría puertas, puertas, buscando una salida,
    lloraba algunas veces sin saber bien por qué,
    y huía como un ciervo frente a  aquella doncella
    que me decía amable: "¿Qué quiere el señorito?"
    Huir, huir, mi vida sólo ha sido una huida
    sin saber hacia dónde y sin saber por qué.
    Huir de aquella casa donde viví de niño,
    aunque según me dicen nunca viví de veras.
    No es un sueño. No. Veo oculto y real
    a ese niño que mira con ojos espantados
    detrás de una ventana, la mar, el mar, la mar.

PRIMERAS MATERIAS IBERAS

(De "Iberia sumergida", 1978)
 

El esparto, la sal, el granito,
lo estrictamente seco, lo ardientemente blanco,
la furia indivisible en la luz absoluta
de un sol por todo lo alto y un espacio vacío.

Las piedras abrasivas y la cal deslumbrada.
El cuarzo y su explosión de estrellas diminutas
metidas en los dentros de lo que no se explica.
Y el explendor del mundo carente de sentido.

Aquí, en los dentros, roca, luz, furia, sequedades,
detalles violentos y a veces luminosos;
y el tejido del aire, los temblores del lino
entre los leves dedos de una brisa insinuante.

Lo digo, y al decirlo, recuerdo cuentas, cuentos
que Plinio registró con nombres sustanciales:
la bellota, la arcilla, la encina y el arrabio,
el vino y el calcanto, la pizarra y la cera,

el escombro, el electro, la plata viva ardiente,
el deslizado aceite, el plomo negro o blanco,
el cárbaso, los higos, la cebolla albarrana,
la sal en bloque, el agua mineral y el conejo.

La luz de los metales: sus encuentros sagrados
y en la noche, enterradas, sus mil aguas quemantes,
y ese furor del oro, rojo león llameante,
y ese azul de aire ardiente, duro esplendor parado.

¡Furias! ¡Dominaciones! ¡Dioses devoradores!
¡Velocidades ciegas! Y de pronto, ante el sol,
un grito alucinado que gira sobre sí,
que puede, que podría ser no se sabe qué.


LA IRRACIONAL ALEGRÍA

(De "Poemas órficos", 1978)
 

En la mañana clara, la risa de los dioses
retumba como un trueno.
El toro subterráneo levanta la cabeza
y los árboles tiemblan millonarios de hojas.

Tempestad transparente. ¡Azul! Y de repente
una leve sonrisa femenina, perdida,
condena al silencio los grandes poderes,
y parece que algo dice.
                                   Pero no dice nada.

LA VIDA, AHÍ FUERA

(De "Poemas órficos", 1978)
 

Esa vida que no es mía y me rodea,
el misterio de la muerte, lo que llamamos la muerte
y el misterio de la vida siempre abierta,
lo que llamamos la vida
en el árbol, en las nubes y en el agua,
y en el viento y en el mundo que es quien es sin ser humano,
y en la inmensa transparencia que no se dice, se muestra
en eso que busqué tanto y ahora encuentro regresando:
La infancia, quizá, la infancia, nuestro final seguro,
nuestro cuento, nuestro canto, nuestra mágica conciencia:
El total de lo sin fin y de la vida abierta.

DEDICATORIA FINAL (Función de Amparitxu)

(De "Función de uno, equis, ene", 1973)
 

Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas en mí el miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso!
                                 ¡Y al diablo los versos,
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
Estoy vivo todavía gracias a tu amor, mi amor,
y aunque sea un disparate todo existe porque existes,
y si irradias, no hay vacío, ni hay razón para el suicidio,
ni lógica consecuencia. Porque vivo en ti, me vivo,
y otra vez, gracias a ti, vuelvo a sentirme niño.

A AMPARITXU
ASÍ EN LA TIERRA COMO EN LA MAGIA


(Los espejos transparentes - 1968)

Me dirán, ya lo sé, que soy un decadente
cuando lean los versos más de viejo que de loco
que expongo en esta luz como en el fijo espanto.
¡Mas tanto he caminado! Tengo derecho a un alto.

Yo tengo mis poemas, mi Amparo y mi misterio.
Poco entiendo si trato de ver algo allí fuera;
pero todo lo entiendo, real en el secreto
y en el calor chiquito y en el dolor de un tiempo.

Amparo, desembocan los ríos de mis versos
en tus ojos parados, terriblemente abiertos,
y en el misterio cierto del amor y el suspendo.
¡Amor, tan sólo amor! ¿Qué importa ahora la rima?

Te quiero. Me recrezco. Tú enriqueces mi vida.
Amar es no soñar según lo que se espera
y ver cómo es milagro la luz de cada día:
Milagro y amenaza, descubrimiento loco.

Doblez que algo promete, terror que compromete,
lucha que desafía y apuesta con la muerte.
Donde menos se espera, surge y da, golpe, el alto
la sorpresa que deja mi corazón parado.

Donde más, sólo queda pensar en el pasado.
Donde menos y más, mi Amparitxu tú estás
bellamente callada, sonriendo en Esfinge,
como si tú tuvieras en la mano ese As
de un palo que no existe. Ya sé; me ganarás.

BUENOS DÍAS

(Paz y concierto - 1952-1953)

Son las diez de la mañana.
He desayunado con jugo de naranja,
me he vestido de blanco
y me he ido a pasear y a no hacer nada,
hablando por hablar,
pensando sin pensar, feliz, salvado.

¡Qué revuelo de alegría!
¡Hola, tamarindo!,
¿qué te traes hoy con la brisa?
¡Hola, jilguerillo!
Buenos días, buenos días.
Anuncia con tu canto qué sencilla es la dicha.

Respiro despacito, muy despacio,
pensando con delicia lo que hago,
sintiéndome vivaz en cada fibra,
en la célula explosiva,
en el extremo del más leve cabello.
¡Buenos días, buenos días!

Lo inmediato se exalta. Yo no soy yo y existo,
y el mundo externo existe,
y es hermoso, y es sencillo,
¡Eh, tú, gusanito! También hablo contigo.
¡Buenos días, buenos días!
También tú eres real. Por real, te glorío.

Saludo la blancura
que ha inventado el gladiolo sin saber lo que hacía,
Saludo la desnuda
vibración de los álamos delgados.
Saludo al gran azul como una explosión quieta.
Saludo, muerto el yo, la vida nueva.

Estoy entre los árboles mirando
la mañana, la dicha, la increíble evidencia.
¿Dónde está su secreto?
¡Totalidad hermosa!
Por los otros, en otros, para todos, vacío,
sonrío suspensivo.

Me avergüenza pensar cuánto he mimado
mis penas personales, mi vida de fantasma,
mi terco corazón sobresaltado,
cuando miro esta gloria breve y pura, presente.
Hoy quiero ser un canto,
un canto levantado más allá de mí mismo.

¡Cómo tiemblan las hojas de pequeñitas y nuevas,
las hojitas verdes, las hojitas locas!
De una en una se cuentan
un secreto que luego será amplitud de fronda.
Nadie es nadie: Un murmullo
corre de boca en boca.

Cuando canta un poeta como cantan las hojas,
no es un hombre quien habla.
Cuando canta un poeta no se expresa a sí mismo.
Más que humano es su gozo,
y en él se manifiesta cuando calla.
Comprended lo que digo si digo buenos días.

INSTANCIA

Etceterísimo Señor:
Yo, Gabriel Celaya, aspirante a poeta,

que pase lo que pase siempre estoy donde estoy,

visto su tal y cual del tantos y adelante,

le digo a usted que no.

 

Confieso que he clamado mi verdad hasta en verso,

mas también Don Quijote dijo: «Yo soy quien soy»,

y al ser era un «nosotros», y al decir, se cumplía,

y al hacernos, se hacía, como en él me hago yo.

Soy sin remedio español.

 

Soy humilde, soy digno, las dos cosas a la vez.

Soy como el pueblo, invencible.

Suplico en consecuencia, Señor, que no me acuse

si aún hace tanto ruido mi viejo corazón.

Esa explosión que le asusta, sólo es un grito de amor.

Dios le coja confesado. Yo ya di el «sanseacabó»;

mas, por si acaso, aún disparo mi sagrada indignación.

Fecho y firmo en tierra vasca con la sangre de Unamuno,

con lo uno que es lo humano de un unánime clamor,

y suplico a Vuestra Eso: ¡déjeme ser español!

 

A veces me figuro que estoy enamorado...

 

A veces me figuro que estoy enamorado, 
y es dulce, y es extraño, 
aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo. 
Las canciones de moda me parecen bonitas, 
y me siento tan solo 
que por las noches bebo más que de costumbre. 
Me ha enamorado Adela, me ha enamorado Marta, 
y, alternativamente, Susanita y Carmen, 
y, alternativamente, soy feliz y lloro. 
No soy muy inteligente, como se comprende, 
pero me complace saberme uno de tantos 
y en ser vulgarcillo hallo cierto descanso.

 

Despedida

 

Quizás, cuando me muera,
dirán: Era un poeta.
Y el mundo, siempre bello,
brillará sin conciencia.
Quizás tú no recuerdes quién fui,
mas en ti suenen los anónimos
versos que un día puse en ciernes.
Quizás no quede nada de mí,
ni una palabra,
ni una de estas palabras
que hoy sueño en el mañana.
Pero visto o no visto,
pero dicho o no dicho,
yo estaré en vuestra sombra,
¡oh hermosamente vivos!
Yo seguiré siguiendo,
yo seguiré muriendo,
seré, no sé bien cómo,
parte del gran concierto.

 

Una pareja perdida

 

Iban los dos vestidos con descaro
-minifalda, melenas-
cogidos de la mano,
tan jóvenes que casi daban miedo,
tan absortos en un cero que,
aunque no se veían,
les unía absolutos algo fieramente puro.
Iban a cualquier parte cogidos de la mano.
Se amaban sin tristeza,
ni alegría, ni nada.
Y a veces se miraban,
pero no se veían.
Y luego se sentaban en un banco cualquiera.
Pero no se veían.
Ella era muy bonita;
parecía aturdida;
él, feroz y esmirriado.
No hablaban.
No tenían ya nada que decirse.
Ya no se deseaban.
Pero seguían juntos,
cogidos de la mano,
frente a algo que espantaba.
Mientras el transistor seguía sonando.

La vida es tan sencilla

La vida es tan sencilla que se explica por sí misma,
se basta a sí misma.
¡Mira! Todo está hecho.
Todo está ya dado.
Nos basta aceptar o quizá -somos humanos-
alabar y cantar a lo
que nos maquina sin dejarse pensar.
Todo está aquí.
¿No lo ves? No hay razón ni más allá.
¡Somos felices!
Vivimos los instantes explosivos de alegría o de dolor,
de rabia o de amor,
y si no es que estamos distraídos, aburridos.
No hay nada que esperar.
No hay nada que temer.
También la muerte llegará cuando
nos sea fielmente necesaria y
la recibiremos con verdadera ansia.
Desde que nacimos nos estamos
preparando para que nos consuma.

Biografía

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika?
¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco.
Sé educado.
Sé correcto.
No bebas.
No fumes.
No tosas.
No respires.
¡Ay, sí, no respirar!
Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.

TODAS LAS MAÑANAS, CUANDO LEO EL PERIÓDICO

Me asomo a mi agujero pequeñito.
Fuera suena el mundo, sus números, su prisa,
sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
Y escucho. No lo entiendo.
Los hombres amarillos, los negros o los blancos,
la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra:
largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
Los cuento. No lo entiendo.
Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
y una belleza ofrece su sexo a la violencia.
sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres
Lo veo. No lo creo.
Yo tengo mi agujero oscuro y calentito,
Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
El resto no lo entiendo.

GERNIKAK0 ARBOLA

(EL ÁRBOL DE GUERNICA)

 

Era en la primavera del año treinta y siete

cuando llegué a Guernica.

Allí se fabricaban boquillas de careta

anti-gas. Yo debía

- servicio de inspección- ver qué diablos pasaba

o qué no funcionaba.

Allí, en Guernica, estaban las fuerzas guipuzcoanas

nuevas, y yo debía

- servicio de instrucción- enseñarles la humana

protección que es posible cuando con gas atacan.

Todo me parecía remoto. Aunque cumplía

lo debido, imposible

era pensar que nadie lanzase tal ataque.

El frente estaba lejos. Brillaba el cielo indemne.

Y todo hay que decirlo:

hacía mucho tiempo que no comía cordero,

ni comía pan blanco, como allí, en retaguardia.

¡Parecía tan fácil la paz! No se entendían

la ira y la mentira.

A veces visitaba nuestro árbol de Guernica,

y miraba el azul,

un azul que duró todos aquellos días,

un ancho azul tranquilo que nada parecía

podría perturbar, marzo querido.

¡Ay, quién diría

que a poco de marcharme zumbaría en el cielo,

en ese mismo cielo que parecía indemne,

limpio de mancha y leve,

el horror de una muerte mecánica y salvaje!

¡Ay, quién diría!

¡Ay, dilo tú si puedes, Gernikako Arbola,

dilo con tu raíz, tus ramas y tus niños,

dilo si eso es posible,

di con la libertad de los vascos antiguos,

con el temblor de fronda que cubre el país entero

y dice lo que somos, diciendo lo que fuimos!

¡Ay, si es posible, dilo!

SE HABLA DE DIOS

 No hablamos de problemas

Hablamos de dinero.

No hablamos de dinero.

Hablamos de salarios.

No hablamos de salarios.

Hablamos por lo bajo

de lo que llaman alto.

 ¡Dios!

Por ejemplo: hay que comer.

Mas comer mal no nos basta.

Por ejemplo: hay que dormir.

Mas dormir solos no basta,

porque vienen los rebaños

de ideas amontonadas.

Y piensa que piensa, ¡y vaya!

 ¡Dios!

Pero comer y dormir,

pero revolver la vida,

pero vivir por las buenas

según mi amor, bien agita,

es remover todo el mundo

por lo grande, con la chica,

y alterar lo que dormita.

¡Dios!

Hoy, pensando con dolor,

yo me pregunto por Dios.

¿Es un lírico recurso

con puntos de admiración?

Y si va, y luego resulta

que tiene una solución.

Y si es así, ¿a qué el suspense?

 ¡Dios!

NOTICIAS DE LA ULTIMA GUERRA

 

Matar es un negocio.

Cuando en Vietnam parece posible un armisticio,

Hay baja en Wall Street,

y se arruinan los que tienen aún algo que perder;

mas, falsa alarma, todo vuelve a subir y subir.

las acciones y los precios

(no los salarios, es claro, que amenazan inflación).

Matar, eso es lo bueno.

1,o que lleva la vida al cielo,

lo que extirpa el peligro de los amarillos,

de los negros,

de los perros,

de los miedos

de las chicas de Boston con sus abanicos

y con cola,

que están un poco enfadadas porque nadie

las viola. En vista de lo cual,

porque la chica es feúcha

o bien bajan las acciones de papá,

hay que provocar al negro para que viole a las rubias,

y en Vietnam hay que matar.

¡Es el honor de la patria, claro está!

¡MUCHAS GRACIAS, CUBANOS!

 

Cuando la Sexta Flota mancilla puertos,

pienso en Cuba.

Cuando los reactores yankis nos petardean,

pienso en Cuba

Cuando los invasores nos denuncian por rojos, pienso en Cuba.

Porque el pueblo cubano da aliento a la esperanza,

creo en España.

Porque Fidel recorre siglos en un minuto,

creo en España.

Porque todo es posible si el corazón se alza,

creo en España.

¡Camaradas de Cuba, muchas gracias!

HABLO CON AMPARO

 

Amparo, ya atardece, ¿y qué hemos conseguido?

Es cierto que aún seguimos donde siempre, luchando

que aún dura la alegría como algo sin sentido,

y otros, cuando cedemos, nos siguen levantando.

 

Campesinos del Sur, obreros guipuzcoanos,

en vosotros saludo una España que avanza.

Muchachas, estudiantes, mineros asturianos,

con vosotros apuntan la luz y la esperanza.

 

Perdonad si mi canto no os acompaña más.

Perdonad si no ensalzo todo lo que ya dora.

Mi voz va enronqueciendo, pero vivo, detrás,

escucho cómo cantan los gallos en la aurora.

MENSAJES 

¡Qué alegre es este ritmo del trabajo! 

¡Qué pura su insistencia franqueada! 

¡Qué nobles estos hombres mal vestidos, 

mal pagados, maltrechos, mas altivos 

que sin vida interior y sin remilgos 

construyen confiados nuestro mundo! 

Quien no sepa por qué se esfuerzan tensos, 

quien no entienda por qué cantan muriendo, 

debería callar avergonzado.

Quien habla de tristeza está en pecado.

Quien pierde pie en la angustia no es un hombre. 

Las últimas preguntas son infames 

enredos de un vicioso introvertido.

Quien crea, siempre crea sin razones, 

triunfalmente azaroso y atrevido, 

normalmente inventiva y valeroso, 

sano, brusco y alegre, fuerte y simple,

feliz si se detiene y, respirando, 

advierte que con él respiran todos; 

glorioso cuando inspira y, aplicado, 

su esfuerzo se acompasa al de los otros; 

colmado si le apoyan: ¡bravo, dale!, 

oscuros compañeros de trabajo; 

no humillado si es que estos le superan; 

sostenido por todos, sosteniendo 

lo bello general, lo bien logrado. 

II

 Es útil el amor; es colectivo 

y activo el fundamento atesorado. 

En él pongo mis pies; en él me afirmo;

por él y para él soy un destino. 

A todos los que, aislados, resentidos, 

se atormentan y dudan, consideran 

el cómo, y el porqué, y el hasta cuándo, 

y el último sentido de sus actos, 

a todos los que crean intervalos, 

se miran a sí mismos desde lejos 

y quedan, pensativos, en suspenso, 

les digo que la vida es vida en marcha, 

se responde a sí misma si camina, 

se pudre si se para interrogando. 

Aunque muchos se dan por derrotados, 

aunque es desesperado nuestro orgullo 

y bárbaro el exceso que agitamos, 

aunque ser desdeñoso y hasta duro, 

chocar diente con luz, hueso con cifra, 

sentir hasta la muerte cristalina 

que pues uno no es todo, el mundo es nada,

invita a despreciar cualquier promesa, 

yo anuncio el porvenir de la alegría, 

la vida que adelanta a todo evento, 

la explosiva simiente esparramada 

y el gozo de existir edificando. 

Saludo al maquinista y al minero. 

Saludo al albañil. Saludo al hombre. 

Saludo al conductor y al conducido. 

Saludo al funcionario y al obrero. 

Saludo al campesino que rotura, 

de acuerdo con la máquina y los astros, 

la tierra femenina y sustanciosa 

de anónimo pasado en lo pasivo. 

Saludo al oficiante y a su oficio. 

Yo exhalo los transportes generosos. 

Yo soy lo natural; yo, la justicia; 

yo, el fiel de la balanza de la anchura. 

Los hombres de uno en uno no son nadie. 

Tan solo al ser en otros nos hallamos, 

respiramos tranquilos, descansamos.

III

¡Arriba, camaradas, 

saludad la alegría!

Los hombres se levantan, edifican 

en el mundo otro mundo a su medida. 

Obras son sus amores, y justicia

matemática su arma constructiva. 

Pequeño es nuestro reino, pero es nuestro

y en él nos descubrimos con sentido,

trabajamos humildes y contentos, 

construimos con gloria lo concreto. 

No existe un más allá de este dominio. 

Existimos nosotros, cotidianos,

y existe bajo un cielo indiferente 

el mundo que inventándonos creamos.

Lo demás, inhumano, es un misterio. 

Lo demás es vacío. 

Lo demás es silencio.  

 

¿QUE PUEDE UNO?

No cumplí cuanto debía.

Me arrepiento.

Es difícil olvidar, no quién es uno,

sino andar sin epicentro. Yo recuerdo...

¡Ay, todos recordamos y creemos

que un momento feliz puede salvarnos!

No, nunca se dirá cuán poco importa

el caso personal, el yo transeúnte

si es que amamos.

Hablo de Asturias, hablo de unos hombres

furiosos y amorosos,

y, humilde, les invoco porque creo:

Creo en la dignidad y en el trabajo;

creo en el hombre alzado;

creo en lo insuficiente disparado

con honor y dolor

hasta el hecho bien parado y, fiel, clavado.

No cumplí lo que debía. No he cumplido.

Pero en los años terribles del silencio,

yo hablaba.

¿Y quién hablaba entonces?

Dada miedo.

Yo hablaba, sin embargo.

Daba, miedo.

Antes de lo posible y lo imposible,

mucho antes de esta Asturias, yo hablaba,

cuando el verso nada significaba

y sin embargo, anunciaba,

y el corazón, el ser, esto que estamos viendo

y nos rompe, luchaba ya, exigiendo

algo contra el estúpido silencio.

Yo hablaba.

Perdonadme si ahora me faltan ya palabras.

Porque estoy con vosotros

y aunque un poco roto, más que viejo, furioso.

SIN COMENTARIOS

He pensado: Un poema no debe de ser vago.

Si quiero que funcione debe de ser exacto.

Entonces no he cantado, he contado

de uno en uno los muertos que llevamos.

Me he sentado ante mi mesa, y he apuntado

sus nombres y apellidos. Sin comentarios.

Al llegar al noveno ya estaba llorando

pero hacia dentro. Sin comentarios.

Veintidós, veintitrés y veinticuatro.

La rabia me retorcía. Las lágrimas corrían.

Pero había que tragarlas. Sin comentarios.

Treinta y tres. Treinta y cuatro.

¿Se pueden llevar más lejos el dolor y el espanto?

He tirado mi boli. He suspirado pensando:

Cumplí lo que podía. Mi poema ha terminado.

Y entonces un amigo me ha anunciado

que acaban de matar al treinta y ¿cuántos?

EL MARTILLO 

Cuando el trabajo, cuando lo cotidiano 

nos va y nos va golpeando, 

se abandonan los bellos disfraces con que un día 

jugamos a inmortales. Y el alma queda en nada. 

Y el hombre es sólo humano, repetible, cualquiera, 

anónimo y sagrado. 

 

Cuando el martillo, cuando lo duro y terco 

con tacto y metal seco 

ataca destellante, declara hasta la estrella, 

claro y seco, sonoro, totalmente inmediato, 

lo mínimo y precioso del centro diamantino, 

señala en mí el destino. 

Dando en el clavo, dando en firme verdades 

de claridad constante, 

pulveriza implacable la ganga de ideales 

y el yo que se inflacciona y espesa gasa a gasa 

la opacidad que esconde, durísima, en el fondo, 

mi pequeñez más pura. 

Dando iracundo, dando a luz con coraje, 

me forja mi atacante. 

Ya no soy quién con nombre. Ya todo lo doliente 

-la sombra que me sigue, la vida que aún me cuento-

trabajado, desnuda su principio intangible:

nadie es nadie si es hombre. 

Donde se calla, donde las vidas mudas 

fielmente se permutan 

y dan una por otra continuo testimonio 

de aliento sostenido, de corazón perpetuo, 

yo pongo mis pequeñas palabras para todos 

y una esperanza en alto. 

 

Donde los días, donde lo lento y largo, 

cuenta a cuenta es rezado, 

nacido para amar, para morir, aún canto 

y apenas perceptible mi voz corre en el fondo 

del mundo que sí existe, y es fugaz, y es hermoso. 

Soy, perdido, un amante. 

 

Canto la muerte. Canto, libre de engaños, 

los días y trabajos, 

los oficios humildes que rezan los obreros,

la dureza consciente, los héroes cotidianos, 

los hombres que se siguen sin alzar la cabeza, 

sin bajarla tampoco. 

 

Manda, martillo. Manda, aunque me duelas. 

Levanta en mí la estrella. 

Contra mí mismo lucho cuando busco ese estado 

de radiante conciencia, de humildad trascendente, 

y esa luz sin materia ni yo central clamante 

de un dolor bien tallado. 

 

Manda, implacable. Manda tú, necesario. 

Fórmame con tu rayo. 

El aire es un halago cuando muevo los brazos 

transporto sin sentarme lo que otros  me entregaron 

me olvido de mi mismo, tomo y doy -iah!- respiro.

 Soy mortal; soy activo. 

 

Duro es mi tiempo. Duro y ciego es mi mundo. 

Mas yo seré más duro, 

golpeando sin odio, martillando verdades 

necesarias, sagradas, salvadores, terribles 

como un amor oculto que al fin dice su nombre, 

resulta ser combate. 

Duro es el sino. Duro, el vivir abrupto.

Duro es también el puño 

donde estoy apretando, y ocultando, y formando, 

mi voluntad, mi furia, mi decisión de entrega 

y el valor de ser hombre. 

 

Contra lo vago, contra lo dulce y triste 

que en lo ancho me desvive 

y en el agua sin forma de lo total irisa 

una leve sonrisa, quizá melancolía, 

propongo estrictamente, con una rabia heroica, 

lo claro, amargo y frío. 

 

Contra lo blando, contra los mil perdones,

 hoy mato corazones. 

Soy la luz y el martillo, soy el terco trabajo 

de los hombres cualquiera, y ese motor sin pausa 

que afirma y más afirma, golpe a golpe labrando 

la estatua colectiva. 

 

¡Pobre de ti! ¡Pobre de mi, que a veces, 

como tú, siento fiebre. 

agiganto mi pulso, me imagino que siempre 

durarán por intensos mis mínimos instantes,

lo mío y solo mío, lo ineludible y loco 

del verso que ahora apuesto! 

¡Pobre de mí! ¡Pobres de los que, pobres,

lloramos los sudores, 

creyéndonos divinos, gota a gota acabando 

en esa cristalina verdad que transparenta 

lo mucho que debemos, lo poco que valemos, 

la nada de los nombres! 

 

Canta, martillo. Canta tú hasta matarme. 

Contra mí, sé constante, 

hasta hacerme y hacerme notar qué poco importo, 

y hacerme ver qué poco soy si soy quien se explica, 

y cómo cuanto existe se vuelve en mí plausible,

y es en mí, sin yo, vida. 

 

Canta, martillo. Canta claro verdades. 

Canta lo irremediable. 

He abrazado el difícil destino que me cumple. 

Soy como tú. Soy nadie. Soy un hombre clavado. 

Mas no cejes, martillo, por mucho que me queje. 

Sé mi estampa fulgente.

EL ULTIMO RECURSO

En los malos momentos, no os pongáis a llorar,

porque os harán callar

con la limosnita de un poco de pan.

 

En los malos momentos, decid que no entendéis.

Y tras escuchar,

decid, porque es verdad, que seguís sin entender.

 

Cuando os digan: «Caridad», vosotros decid: «Justicia»,

porque pedís lo que es vuestro,

no descanso de conciencia para los que dormitan.

 

Cuando os digan que el problema va a estudiarse,

salid gritando a la calle

las razones que los justos llamarán irracionales.

EL AMOR, ESA BRISA

Pensar en el amor es importante,

sobre todo

cuando no se pasa hambre.

No hablo de la India, no hablo del Vietnam,

aunque vale.

Hablo, amor, de si podremos pagar hoy el pan.

Tendremos pan y vino. Si hoy nos falta dinero,

mañana lo tendremos.

Y somos millonarios de tiempo, tiempo y tiempo.

Como la India, como la China, como el Vietnam,

no tenemos prisa.

¿Y quién es tan valiente que nos venga a cobrar?

Pensemos, por lo tanto, en el amor.

Cuando se puede esperar,

hasta la brisa parece limpia y trascendental.

SOL OCULTO

Hay muchos problemas.

Hay muchos caminos.

Hay muchos partidos.

Pero el hambre que es hambre,

y no de justicia,

borra ciertos distingos.

Hay un hambre de, pan.

Hay un hambre real.

Hay un hambre mortal.

Pero el hombre que es hombre

mantiene su dignidad y defiende la paz.

¿Y qué sostiene a esos hombres?

¿Qué enorgullece a los pobres?

¿Y qué erigen con sus nombres

salvo andrajos del pasado?

Quienes bien baten el cobre,

en la tierra encuentran soles.

TODOS A UNA

 

Cada vez que muere un hombre,

todos morimos un poco, nos sentimos como un golpe

del corazón revulsivo que se crece ante el peligro

y entre espasmos recompone

la perpetua primavera con sus altas rebeliones.

Somos millones. Formamos

la unidad de la esperanza.

Lo sabemos. Y el saberlo

nos hace fuertes; nos salva.

Nos sentimos como un golpe

que sin brotar se ha quedado temblorosamente en vilo.

Nos sentimos sin sentirnos,

fabulosamente dulces, dolorosamente ciertos.

Nos sentimos un nosotros. Palpitamos colectivos.

Corazón, corazón,

dulce sol interior,

me iluminas, me envuelves:

soy más de lo que soy.

Cada vez que un combatiente

se desangra, con su sangre derramada yo hago versos,

canto y muero en él creciendo,

digo quién soy, quiénes somos, quién en nosotros, invicto,

testimonia lo perpetuo, sopla espíritu en el fuego.

Yo resucito en los muertos

si los siento en camarada,

y ellos en mí, yo con ellos

permanezca y canto. ¡Canta!

Allá lejos, ¿quién me espera?

Aquí al lado, ¿quién me pide simplemente una mirada

tan terrible, tan difícil

como dar cara diciendo que -perdón- no pasa nada?

Mas le miro y en mis ojos devorantes hay mañana.

Nos alzamos uno en otro.

Somos quien somos: varones

tan seguros de sí mismos

que renuncian a su nombre.

Cada vez que siento en vivo

mi corazón, me pregunto quién me exige más conciencia,

me pregunto quién me llama

o, con alarma, ¿qué pasa?

Mas no pasa, siempre queda y es la unidad que en mí canta.

¿Quién se atreve a condenarnos?

Somos millones, millones.

Somos la luz que se extiende.

¡Miradnos! Somos el hombre.

TODO ESTA POR INVENTAR

¡Camaradas!,

salvemos las distancias,

venzamos las nostalgias.

Nuestras manos obreras, todos a una,

darán forma a la esperanza.

 

Hay que creer, resurgir.

La España de que sufrimos fue una historia mal contada,

no su verdad hasta el fin.

Hoy me siento tan cargado de secretos no explotados,

que domino el porvenir.

Todo está por hacer, por inventar y alegrar, por nacer.

Hay que volver a empezar

y descubrir como nueva la explosión primaveral.

¡Camaradas!,

dejémonos de canciones que suenan a más llorar.

Aquí no ha pasado nada

y si pasó, no hay que hablar.

Todo está por inventar.


Cuando luchamos, creamos,

somos de veras quien somos palpitando cara al cielo,

somos pura actividad,

y al cantar,

cantemos lo que cantemos, cantamos la libertad.

 

Cantamos como españoles,

ancho el mundo, libre el alma,

porque tenemos coraje para nuevas invenciones.

No somos los hierofantes de unas mansas tradiciones.

Somos hombres propulsores.

¡Basta ya de recordar!

Lo que importa del pasado se ha hecho sangre en nuestro cuerpo.

Lo tenemos sin pensar.

Y al echarnos adelante

somos, por ser tan de veras, españoles y algo más.

¡Camaradas!,

abandonarse no es paz.

Sólo son buenos los sueños del que sabe despertar,

sobresaltarse, luchar,

y atreverse a la aventura del «mañana, Dios dirá».

 

Todo está por inventar,

por descubrir desde el centro de su gozo germinal,

por levantar, por nombrar

con su nombre más sencillo, más imprevisto, más justo,

más fieramente real.

 

¡Camaradas!,

nuestra lucha es eficaz.

Vencedores o vencidos, salvamos la libertad,

la dignidad de ser hombres,

la alegría del mañana, la juventud natural.

 

¿Quién dijo que España es vieja si aún está por estrenar?

¿Qué me importan quince siglos?

Yo arranco de mis principios iberos y apunto a más.

Nadie ha dicho todavía lo realmente real.

¡Camaradas, a luchar!

No nos gusta lo que fuimos. No queremos

vivir solo de recuerdos que nos tiran ¡saca atrás.

Resistamos la resaca. Declaremos lo puntual.

Sacudiéndonos el polvo de la Historia,

volvamos al más acá.

Todo está por inventar.

Todo en España es anuncio.

Todo es semilla cargada de alegría floreal.

Todo, impulso hacia un mañana

que podemos y debemos dar a luz y hacer real.

DEFENDAMOS NUESTRA VIDA

Contra el "todo es verdad y es mentira" de Calderón.

 

Todo es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.

A la vuelta de una esquina, topamos con lo increíble,

y sin pensarlo dos veces, lo llamamos natural.

 

Todo es verdad. Todo es mentira.

Nuestra Historia fabulosa nos cuenta sus mil y un días.

¡Hasta América existía! Y, en corro, cantan las niñas:

«Maravilla, maravilla, que te pongas de rodillas.»

 

Todo es mentira. Todo es verdad.

No hay milagro inverosímil para un español cabal,

ni hay hecho que bien mirado tenga peso sustancial.

Lo pasado es lo pasado. Lo que no ha sido será.

Todo es verdad. Todo es mentira.

 

Un delirio. Un fogonazo. Una aventura. Una prisa.

Un terremoto de absurdos y minúsculos sucesos,

y allá arriba, sin perdones, el cielo azul de Castilla.

 

Todo es mentira. Todo es verdad.

¡Disfraces de fantasía para unos pocos que imperan

y aburridos uniformes para los hombres sin más!

Una danza macabra y un perpetuo carnaval.

 

Todo es verdad. Todo es mentira.

Descarada y luminosa, fabulosa es la alegría,

y la esperanza es un sueño que hay quien prefiere dormir,

pues no hay prisa, nunca hay prisa, si se apuesta a la otra vida.

 

Todo es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.

Pero estos niños callados,

pero estos hombres sin pan,

pero estas madres que lloran

una pena elemental

y unos muertos que están muertos,

esto es real, muy real

y es algo que no podemos

ni aceptar, ni perdonar.

Pues que todo y nada es uno,

hay quien reza: ¡tanto da!,

pero nosotros, erguidos,

tenemos que trabajar

porque nos gritan de cara

el ahora y más acá,

y esta vida es nuestra vida,

y mañana, Dios dirá.